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Violència

LA PALABRA "VIOLENCIA"

 

La palabra "violencia" nos llega directamente del latín "violentia" y tiene el mismo significado: "cualidad de violento". Violento tiene el mismo origen latino "violentus" y también coincide en los significados. Según el María Moliner: "cualquier cosa que se hace u ocurre con brusquedad o con extraordinaria fuerza o intensidad".

De hecho "violentus" deriva de "vis" fuerza. La palabra "vis" -cuya raíz indoeuropea es "wis" y al parecer quería decir "fuerza física"- la encontramos por ejemplo en la expresión "vis comica", todavía de uso corriente.

Las dos palabras comparten un mismo significado: "fuerza". Sin embargo, los hablantes parecen haber necesitado distinguir la "fuerza" de su exceso "la violencia". El exceso, lo "extraordinario" según María Moliner, parece ser por lo tanto lo específico de la violencia.

"Fuerza" es una palabra con un campo semántico muy extenso, sin embargo, la palabra "violencia" ser refiere sólo a la fuerza "en acto". Podemos apreciar con claridad esta característica si pensamos como cambia el sentido de "una persona fuerte" a "una persona violenta". En la expresión "una persona fuerte" resuenan todas las virtualidades de la "fuerza" -en el carácter, en el cuerpo-, mientras que en "una persona violenta" se supone una acción realizada o una actitud.

El carácter necesariamente transitivo y el exceso, es lo específico de la violencia respecto de la fuerza.

Las palabras "excesiva" o "extraordinaria" que hemos empleado para definir la violencia suponen una dualidad: dentro/fuera para "excesivo" (del latín "excessus", salida) o ordinario (normal)/extraordinario ( fuera de lo normal). O como lo dice el DRAE "que está fuera de su natural estado, situación o modo".

La violencia parece estar definida, cuando se refiere a las personas, por un carácter moral de anormalidad, de trasgresión. Cuando la fuerza transgrede la norma se torna violencia.

Claudio Zulian

LA NARANJA MECÁNICA

Me parece que el tema que estamos tratando exigía una revisitación de la clásica película de Kubrick. He tenido la suerte, además, que en la edición que he comprado hay unos extras muy jugosos que tratan de la recepción y de las discusiones que provocó y provoca el film.

Como sabéis la película trata de la violencia juvenil, narrada en primera persona por un joven entusiasta, Alex, e inscrita muy hábilmente en el contexto social y moral de la sociedad actual - aunque se trate de una fábula de tonos vagamente futuristas. Al ser un film muy conocido obvio aquí el resumen de la trama y otras informaciones básicas, fácilmente encontrables en Internet.

Todo el comienzo es una descripción de las andanzas violentas del protagonista y sus "drugos" -amigos, en el argot del grupo- que, de manera casi geométrica, se confrontan primero a otra banda, luego a una pareja intelectual -la famosa escena en la que Malcom McDowell canta "Singing in the rain" en medio de una orgía de violencia- y finalmente a una experta en yoga. La violencia va en crescendo en cada episodio -pelea, violación y paliza de los intelectuales, asesinato de la yogini-. El propósito irónico de Burgess y Kubrick es evidente, puesto que en los últimos dos episodios confronta el puro placer de la violencia de los "drugos" con una víctimas que en principio serían las más predispuestas a entenderlos -como caso social, como problema personal-: los intelectuales "progresistas" y la yogini pacifista.

La parte descriptiva de la película está completada por los padres del protagonista, que han perdido toda autoridad y son incapaces de obligarle a ir a la escuela, y por un agresivo "mediador social" que sólo espera la vuelta del protagonista a la cárcel. Todo ello ambientado en un entorno consumista.

La película plantea de entrada la violencia como un placer (¿una pulsión?) que en un contexto permisivo y consumista cortocircuita todos los comportamientos y los dispositivos sociales destinados a reducirla y "comprenderla".

Después del asesinato de la yogini el protagonista es capturado, enviado a prisión y voluntariamente "curado" de sus pulsiones por un programa médico de condicionamiento comportamental. Cada vez que tiene un impulso violento le entra una terrible náusea. Su cura no cura sin embargo el rencor de sus víctimas, si bien que nuestro protagonista es inducido al suicidio por el intelectual que agredió.

El estado, en la figura del Ministro de Interior, tiene un papel importante en toda la parte de la cura, del encuentro con su familia y con las víctimas y en el final. Y en la óptica irónica de los autores, no sale muy bien parado. Las razones de promover la cura "behaviourista" no son morales sino funcionales: las cárceles están llenas, la inseguridad se extiende. A la objeción del cura de la cárcel que un condicionamiento no es una elección moral el ministro contesta "¡Pero funciona!". Por otra parte el intelectual piensa utilizar el suicidio de su agresor para una campaña política. Finalmente el Ministro ofrece protección y trabajo a Alex que se ha salvado milagrosamente del suicidio -con independencia del hecho de que éste ha recobrado todos sus instintos violentos- para evitar que el caso le salpique y le haga perder las elecciones.

La entrada en escena del Ministro del Interior, pone el protagonista en su sitio: el del "pringao", con el que hacen experimentos y al que al final ofrecen una pensión. También cambia por completo el sentido de la violencia: si al comienzo era una "pulsión" del protagonista, a partir de su encarcelación se vuelve un "instrumento" del estado, cuya represión o tolerancia se justifica por los beneficios políticos. En esta segunda parte se podría aplicar de manera muy pertinente el análisis de Hannah Arendt, que en su "On Violence" insiste en diferenciar violencia y poder, dando a la primera un carácter meramente instrumental y al segundo un carácter de "actuación concertada". Incluso, para seguir con su propuesta terminológica, se podría considerar que el protagonista posee una "potencia" que le permite realizar sus hazañas y secretamente nos seduce, en un mundo donde no hay ninguna "autoridad" -la presentación sarcástica de la familia, el cura, el ministro, el jefe de los carceleros y el mediador social, deja muy claro este rasgo. Sin embargo Kubrick plantea la película desde el punto de vista del individuo violento tocando un tema que Hannah Arendt se niega a considerar, a saber el "placer" de la violencia.

La película es claramente pesimista puesto que acaba con el "quantum" de violencia restablecido y absorbido como tal por un sistema del que hemos ido apreciando toda la hipocresía.

En los extras del DVD hay un documental sobre la recepción de la película donde se explica que ningún político ha querido dar su opinión: Jack Straw, exministro del interior de Toni Blair ha declinado la oferta y Ann Widdecombe exministra de interior con Margaret Thatcher ha aceptado con la condición de no ver el film... demostrando hasta que punto es actual "La naranja mecánica".

Diría que "La naranja mecánica" indica con claridad el punto a partir del cual hay que pensar la cuestión de la violencia: más allá de toda hipocresía y de todo "angelismo", en toda su crudeza y dificultad, allí donde Kubrick nos invita a una irónica intimidad con su violento protagonista.

Claudio Zulian

 

SPLEEN Y CONTRATO

En Changements dans la violence -libro del que espero publicar pronto un resumen aquí- el autor, Yves Michaud, subraya en varios pasajes como la forma contrato se ha vuelto una forma de socialidad general, una especie de matriz que se aplica no sólo en situaciones propiamente contractuales -el trabajo- sino que tiñe el conjunto de nuestras relaciones sociales -matrimonio, relaciones sentimentales y de amistad. Nada, según el autor, escapa al cálculo de los intereses que supone un contrato, ni a la caducidad anunciada del trato una vez esos intereses decaigan. Me parece razonable considerar la idea de contrato de Michaud como un desarrollo del cinismo que Georg Simmel, a comienzos del siglo XX, consideró como especifico de la vida ciudadana. Para Simmel cinismo era la capacidad de medir cualquier cosa o persona, esencialmente en términos de dinero y por lo tanto de interés.

Yves Michaud subraya también la necesaria estabilidad del marco legal que supone tal actitud y que se expresa en nuestra percepción de la obviedad de nuestros derechos. Lejos de toda idea heroica del contrato social que suponga lucha y conquista de los derechos, damos por descontado que los tenemos y que los vamos a ejercer.

Una extensión de la idea de derecho de la persona tiene que ver con lo que Michaud nombra con la palabra seguro (assurance). En francés como en castellano esta palabra tiene un sentido jurídico -el seguro que contratamos a una compañía- y uno afectivo -sentirse seguro. Y, valga la redundancia, la seguridad es uno de los seguros que damos por descontado que el estado nos debe.

Como resume Michaud, nos caracteriza "el sentido de confort y seguridad como ciudadanos protegidos, dotados de propiedades, de seguros y de derechos" (pg. 161, la traducción es mía).

Quisiera introducir un salto conceptual, alejarme de la sociología, aunque sin perderla de vista y engarzar aquí algunas reflexiones de orden más propiamente filosófico y cultural.

El individuo que mide continuamente sus derechos y sus intereses es un individuo abocado a la tristeza y al miedo. Siempre consciente de sí mismo y de su entorno, para poder efectuar sus cálculos, no puede más que medir su irremediable fragilidad. Los límites de sus cálculos son la certeza del accidente con el que hay que contar para poder evaluar el nivel de seguridad y finalmente la muerte ineludible.

La íntima relación entre cálculo y melancolía fue tempranamente detectada por poetas y escritores del siglo XIX, baste citar a Leopardi y Baudelaire. En cuanto al miedo inherente a nuestra manera de vivir, Edgar Allan Poe nos legó una panoplia de formas que no han perdido un ápice de su vigencia. Su genial intuición de los fantasmas y las violencias que, conjurados fuera del nido doméstico, volvían como pesadilla todavía conforma el grueso del catálogo de los géneros cinematográficos: terror, thriller, fantástico, etc.

La violencia, grávida de accidentes y muerte, es un límite de nuestra sociedad securitaria y como tal es portadora de una ambivalencia fundamental: es a la vez lo que está prohibido alcanzar y lo que deseamos transgredir. Tenemos una prueba inmediata de ello en nuestras pantallas, donde en las noticias se nos muestran los efectos de la violencia -guerras, asesinatos- induciéndonos a la piedad con las víctimas y al cuidado con las causas, y acto seguido, en una ficción, estamos convidados a disfrutar de los detalles más horripilantes de lo mismo.

Claudio Zulian

A SHIVER / ESTREMECIMIENTO

Seamus Heaney

A Shiver

The way you had to stand to swing the sledge,
Your two knees locked, your lower back shock-fast
As shields in a testudo, spine and waist
A pivot for the tight-braced, tilting rib-cage;
The way its iron head planted the sledge
Unyieldingly as a club-footed last;
The way you had to heft and then half-rest
Its gathered force like a long-nursed rage
About to be let fly: does it do you good
To have known it in your bones, directable,
Withholdable at will,
A first blow that could make air of a wall,
A last one so unanswerably landed
The staked earth quailed and shivered in the handle?

http://www.versedaily.org/2008/ashiver.shtml

 

Traducción de Dámaso López García, en Seamus Heaney, District and Circle, Visor 2007

La forma en que te erguías para mover la maza,

Las rodillas inmóviles, la espalda contraída

Como los escudos de un testudo, la columna vertebral y la cintura

Eran el pivote de la inclinada, tensa caja torácica;

La forma en que la cabeza de la maza golpeaba

Con firmeza, como si fuera el troquel de un pié deforme;

La forma en que la levantabas y casi refrenabas

El impulso de su fuerza como rabia largamente contenida

A punto de estallar: ¿te sirve de algo

Haberlo sabido con todo tu ser, dócil,

Controlable a voluntad,

Un primer golpe que podría haber convertido en aire una tapia,

Un último golpe tan incontestablemente dado, que

La tierra y la estaca clavada cedieran y temblaran en el mango?

 

 

Este poema del gran poeta irlandés Seamus Heaney, me parece un acercamiento a la misma pregunta que rige nuestra propuesta "Después de la violencia". Aquí lo publico en nuestro blog, a sabiendas que le seguirán reflexiones y textos más discursivos, incluso científicos -si las ciencias sociales asumen  tales títulos. Unos de los resultados de nuestros intercambios será un "trabajo simbólico" -por no usar el viejo y gastado vocábulo "arte" y para emparentalo más con el trabajo de tapicería -capitoné- lacaniano. Así que serán bienvenidas aportaciones y sugerencias artísticas.

 

El poema de Heaney es el primero del libro que lleva por título el nombre de la linea de metro de Londres dondes sucedieron los atentados de Julio 2005. Es una indicación importante que disuelve inmediatamente cualquier tentación de lectura ingenua, ligada a la simbología casi campesina de la estaca y la tierra. Después de la violencia hay un "temblor" -shiver-, una pregunta: "does it do you good...". Si el poeta nos deja con la pregunta es que no sabe que contestar. Quizá sí o quizá no. Heaney tiene el valor de preguntar por el "estremecimiento de violencia" incluso después de un acto terrible como los atentados.

 

Claudio Zulian